Una realidad actual:
Por: Ion Bria l mundo ortodoxo actual presente un aspecto absolutamente diferente de aquél para el cual se fijaron los cánones. La Ortodoxia tiene su raíz en Oriente, pero los elementos de su universalidad cambiaron. Por ejemplo, ya no hay una cultura universal. Habría que hacer, pues, una distinción entre la noción bizantina de oikuméné (= toda la tierra habitada), que tiene un carácter político, cultural; y la noción ortodoxa de pleroma, que tiene un carácter carismático. Habría que afirmar la catolicidad de la fe ortodoxa sin referirse a las instituciones bizantinas imperiales de la época de los concilios ecuménicos. La Ortodoxia no es el cristianismo bizantino. La Ortodoxia necesita una eclesiologia que alíe el elemento universal y el local, de modo de reflejar la situación misionera actual. Habría que establecer criterios misioneros y pastorales concretos para ver lo que es «católico» y lo que no lo es, lo que es "local" Y lo que no lo es. Por lo tanto, se impone una interpretación de la Iglesia local que evite tanto la interpretación jurisdiccional y territorialista de la universalidad como la expresión «Iglesia madre - Iglesia hija.» De hecho, la organización de Iglesias locales ha suscitado la cuestión de la diversidad, en la liturgia considerada como una posibilidad positiva para la misión, y también el problema de la "indigenización" del mensaje y de la traducción de la liturgia a nuevas lenguas. Por otra parte, el proceso de organización canónica de la Ortodoxia no es un proceso cerrado. La Iglesia se encuentra ante las nuevas perspectivas de encontrar raíces en el contexto cultural y nacional de los pueblos ortodoxos. Considerando esta evolución, algunos hablan de exceso de autocefalías, y de una interpretación radical de la Iglesia local, que correspondería al exceso de centralismo en el ejercicio de la primacía papal. Ciertamente, se pueden cometer excesos en el ejercicio de la autocefalia, [...] el factor étnico y cultural puede inspirar una política nacionalista y puede convertirse en una fuerza que oprima a la Iglesia. El filetismo (nacionalismo religioso exacerbado) fue considerado precisamente como una herejía eclesiológica, pero eso no pode en tela de juicio el valor del sistema de las Iglesias locales. Todo sistema de organización - y la pentarquía no es una excepción - que corra el riesgo de inspirar una política paternalista, universalista, puede convertirse en abusivo, y por eso debe estar sometido a la crítica y la corrección. La Iglesia local no debe ser interpretada exclusivamente en términos jurisdiccionales o territoriales. El elemento local no debe estar en contradicción con la universalidad, pero tampoco debe ser descuidado. Una Iglesia local que olvide considerar el fenómeno étnico nacional y cultural es una abstracción misionera que el mismo catolicismo romano rechaza. [...] En realidad, la Iglesia local es el centro en el cual palpita la vida de la comunión ortodoxa. La relación entre Iglesia local e Iglesia universal sufrió ciertamente una evolución, y aun no se fijó de manera definitiva. Seria necesario, por lo tanto, formular una universalidad más concreta, más específica, en la cual la fidelidad étnica local coexistiera con la fidelidad eclesial universal. Fonte: Revista Fuentes, 1993 - Argentina -«Teólogos Ortodoxos Contemporâneos»
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